La magia de un Martini.

Desde un tiempo a la fecha, ha sido algo habitual ir a la barra y pedir un Martini Seco. Algunos muy ricos otros Muy desagradables, los cuales me han hecho regresar y pedir que me sirvan uno a mi gusto, o como diría “A”, - Este es trago de niño, sírveme un trago como hombre -. No es solo el cocktail en si, sino que todo un complemento. Algo que va mas allá de lo amargo de aquella aceituna sevillana o del lugar en donde lo bebas, a la hora de hacer un buen Martini Seco, o como mis lapsus me han hecho llamarlos “Martini Sexo” hay todo un ritual detrás de aquella copa.


Era una fría noche de verano, y el viento no dejaba de golpear frente mi cara, llevaba un largo rato caminando y buscando su dirección. Tome un taxi, grata solución, nunca había tomado un taxi en aquella ciudad, recuerdo haber subido y pedir que prendiera la calefacción, claramente no iba preparado para una noche en la playa. Pasaron 5 minutos y me encontraba fuera de su hogar, nunca hubiese llegado a pie.

Entro y ya estaba todo predestinado, solo un comentario acerca del nuevo disco de Portishead que había adquirido y un que quieres para beber. Recordé los comentarios de “P” acerca del Martini, que nunca había probado. “Un martini seco”.

“All Mine” estaba sonando, antes de que comenzara a cantar, busque mis cigarros, tome su encendedor y deje que el humo que salía de mi boca se expandiera por aquel lugar. Camine hacia el balcón, una bella vista al mar, mientras que por mis espaldas no dejaba de sentir su mirada fija e intensa mientras preparaba los Martini. Me di vuelta para ver que estaba haciendo, nuestros ojos nunca se separaron. Saco las copas, y lentamente comenzó a agitar su coctelera metálica. Colocó una aceituna de un color verde que inmediatamente llamó mi atención, abrió su coctelera y dejo que aquel transparente licor se derramara hacia las copas. Luego cogió los mondadientes enterrando una aceituna en cada uno, su cabello estaba encima de su frente lo que le daba un aspecto bastante sensual a aquel momento.

Cuando estaban listos, tomo cada copa con sus manos y se acerco al balcón en el que estaba, dejo aquellas copas en la mesa que estaba desde antes preparada para aquel momento y desde el sofá que estaba al interior de su hogar cogió su chaqueta para ponérmela (era bastante evidente el frío que tenía en ese momento). Jamás habíamos estado tan cerca, mi sonrisa nerviosa fue prueba de aquello. Se acercó mas aun para sacar sus cigarros que estaban en el bolsillo interior de la chaqueta, encendió uno y me paso mi copa.

Tímidamente bebí el primer sorbo, sentí como aquel placentero licor entraba por mi garganta y me entregaba una sensación mágica de placer. Tomó su copa y al primer encuentro entre sus labios y su copa, bebió todo aquel licor.

Bebí mi segundo sobro, nuevamente aquella sensación, tomó su mondadiente y lo acerco a mis labios para que sacara su aceituna. Bebí el tercer sorbo y luego sus labios empapados de Martini Seco estaban sobre los míos.


Eso es a lo que llamo un buen “Martini Seco”, como es obvio, sigo fantaseando con volver a tener aquel momento, claro que como bien se que no se volverá a repetir, me conformo con las fantasías compensatorias de deseo.

Fue el primer Martini, el resto ha sido espectacular, otras sensaciones, otros placeres claro está. Pero aun espero el momento en tener alguna experiencia similar a aquella.