miércoles, mayo 31, 2006

Días de Otoño.

El otoño ha tocado mi puerta. No un frío otoño, ni menos uno triste, sino que un otoño con posibilidades de crecer y de aprender una vez mas algo acerca de mi.

Días helados y tardes eternas, decoradas con aquellos matices rojizos y cafés en los árboles fuertes y sabios que han sabido mantenerse en pie. Que ganas de ser como ellos, como un árbol sabio, que durante años ha muerto durante el otoño y el invierno pero para renacer en la primavera y alegrarnos y acogernos entre sus fuertes brazos durante el verano.

Un otoño con brazos de viento, que nos rodean durante nuestro caminar, con vientos cálidos por la tarde que se esfuerzan por tornarse fríos con el anochecer. Un otoño que como prueba máxima de su amor por nosotros nos brinda los mas bellos regalos que la vida natural podría obsequiar. Los árboles nos entregan sus hojas, el viento las eleva hasta lo mas alto del cielo para luego dejarlas caer sobre nuestros cuerpos, la tierra se humedece para engendrar vida.

Todo muere y todo nace en el otoño. Hoy un día como cualquier otro, sentado bajo un árbol y gozando de una especial lluvia de hojas he muerto y he nacido a la vez y gracias a esto alfil logre ver en donde estaba el amor.

No el amor carnal o el amor sexual, simplemente el amor, en cada vaivén de aquellas hojas que decoran nuestro otoño, en cada ráfaga de viento que nos azota al caminar por las calles, en cada rayo que se asoma por nuestra ventana todas las mañanas y finalmente, en cada gesto, abrazo o beso que nos regalan nuestras amistades día a día. Lo sexual sigue siendo un tema, pero al final aquella persona receptora de todo nuestro amor, es todo esto y más y no un simple cuerpo el cual simboliza su existencia. Siempre existe, siempre nos esta buscando y siempre piensa en nosotros como nosotros en ella, solo hay que saber tener paciencia y esperar a que se haga presente. Hasta ese momento, me enamoraré una y otra vez de este bello otoño, mi primer otoño, el cambio de mis temores a mis fortalezas. El amor esta en todas partes, solo hay que saber tener ojos de niños y poder verlo y llenarnos de su calidez y ternura.

Ya no le temeré mas, pues ya lo tengo, lo seguiré anhelando hasta que llegue el ser indicado para entregárselo en el acto mas bello del amor, junto con mis sueños, mi vulnerabilidad y mi existencia, así recibiré la suya y la cuidare como el mas preciado de los tesoros, la cuidaré tal cual como cuido aquella hoja estrellada de un frío otoño años atrás, aquella hoja que simboliza mi primer gran trauma, o quizás debería decir mi gran paso a la posibilidad de vivir realmente?.


Ya no hay necesidad de que estes presente, pues en donde quiera que estes ya te siento.

2 comentarios:

M. Paz Sobrino Pavez dijo...

Los otoños son los momentos más trascendentales de la vida, porque como tú bien dijiste, se muere algo, para renacer... Flip, nada es imposible, este es tu momento de salir airoso de conflictos infantiles y actuales. Hoy tienes las herramientas para hacerlo!!!!
El camino que hemos emprendido es el correcto -o al menos lo pienso- y creo que es la certeza más inquetante que he vivenciado los últimos años de mi vida.
Como siempre... recuerda que si tú no tienes un brazo, yo te presto el mío.
Un beso grande
GALA

Sara... dijo...

Que te puedo decir amigo.. las cosas en algun momento de la vida ocurren, te felicito porque este año y este otoño te tocó a tí, trata cada día de ser un poco mas feliz, un poco mas solidario y también, de estar mas cerca de eso mismo que dices tú, esos detalles de la vida, que pasan todos los dias frente a nuestro ojos, pero que hay que saber mirarlos, porque sino,ocurren y nosotros no tenemos el placer de aprovecharlos; y así lograr ser un poco mas feliz, y aunque suene "cliché", con cada momento simple de la vida.
Ya que un otoño, un beso o un abrazo sentido, las miradas y los gestos de los amigos, la pareja o simplemente de la naturaleza. Son momentos y sólo momentos, (como dice alguien por ahi) y solo hay que saber aprovecharlos, para que signifiquen algo en nuestras pequeñas vidas.

Besote grande
Inocencia